Napoleón no hablaba francés, de niño, sus lenguas maternas eran el corso e italiano, e italiano era su apellido. Su padre, Carlo Buonaparte, abogado y diplomático, formado en Italia, sí dominaba el francés, algo que nunca consiguió su hijo. Así, sus redacciones estaban llenas de italianismos, que mantuvo durante toda la vida, igual que el fuerte acento corso y deformaba la lengua a su conveniencia e imaginación, como en el caso de frases enteras como “delamourdelaglorie” en lugar de “de l’amour de la glorie”.