Ítaca es la menos visitada pero la más legendaria de las Islas Jónicas. Es el hogar de Ulises, el héroe de La Odisea, la isla a la que tardó más de 20 años en volver, el lugar donde Penélope le esperaba. Un rincón apacible y acogedor, con apenas 3.000 habitantes y 100 kilómetros de costa, que recibe a sus escasos visitantes con generosidad; una isla modesta pero tan bella que el poeta Lord Byron pensó alguna vez en comprarla.

La isla se encuentra dividida en dos: la Ítaca del norte y la del sur. La parte sur conserva todavía la esencia campesina de antaño, mientras que la norte ha resistido con menos énfasis la especulación turística, pero ofrece a cambio los mejores alojamientos.

Vathí, su pequeña capital, se vuelca sobre el visitante como un pueblo agarrado a la falda de una montaña. Parece mecida por las aguas serenas de la tranquila y escondida bahía que, con uno de los mayores puertos naturales de Europa, da más sensación de lago que de mar. De lejana inspiración veneciana, Vathí es un pueblo pesquero que todavía conserva restos de un esplendor. Uno de los retos del visitante de Ítaca será tratar de averiguar dónde se encontraba el palacio de Ulises.

A la espalda de su bahía, el viajero puede jugar a imaginarse el palacio de Ulises, que infructuosamente han perseguido historiadores e investigadores, aunque las señales turísticas se empeñen en ubicarlo junto a la cueva de las ninfas, en la bahía de Piso Aetos, donde se hallaron la mayoría de restos que se muestran en el Museo Arqueológico de Vathí, que trata de demostrar con sus hallazgos que la Ítaca de hoy es la misma que la de La Odisea.

Nada que ver con Mikonos ni Santorini. Ni casas blancas sobre acantilados ni enormes playas de arena: Ítaca es una isla boscosa y escarpada, dejada de la mano de las guías de viaje. Una isla de paseos por caminos y carreteras sinuosas donde el visitante puede jugar por unos días con la ilusión de ser viajero en lugar de turista, y encontrar reposo en un lugar que se presta a la ensoñación. Ya lo dijo Telémaco, hijo de Ulises, en La Odisea de Homero: “Allá en Ítaca faltan praderas, caminos: es tierra para cabras, más digna de amor que la rica en caballos”.

Algunos de los muchos lugares interesantes de Vathí, la pequeña capital, son las hermosas casas de G. Karavias Drakoulis, la iglesia de Agios Georgios (San Jorge), la Catedral restaurada dedicada a la presentación de la Virgen, que dispone de un icono de madera tallada, el Museo Arqueológico que alberga una colección de varios hallazgos de la época micénica y corintia.

El Monasterio de la Virgen Kathariotissa, protectora de Ítaca, está situado a una altitud de 600 m. en el centro de la isla. Los lugareños cuentan que el icono de la Virgen María de este monasterio fue pintado por San Lucas y le dotan de poderes milagrosos. Su ubicación ofrece una vista impresionante de toda la isla.

De visita obligada

Puro relax

Pocos lugares en el mundo como Ítaca ponen a prueba la capacidad del viajero para encontrar el placer allá donde muchos sólo ven tierras yermas. Por eso y por la leyenda que la acompaña, Ítaca es un auténtico tesoro: sin agenda de actividades ni agotadoras visitas de museos, el viajero puede dedicarse al cada vez más escaso placer de disfrutar de su propia vida alejado de obligaciones y sin más tarea que comer, beber y encontrar la cala perfecta en la que darse un baño.

Ítaca puede convertirse en un retiro plácido o un auténtico reto, porque los placeres que la isla ofrece tienen que ver más con nosotros mismos que con el destino en sí. Alquilar una motocicleta y recorrer la carretera principal de Ítaca con la intuición como guía puede ser una auténtica fuente de sorpresas: un camino anodino y poco transitado puede conducirnos a la mejor de las playas; en un bar de pueblo podemos encontrar el mejor guiso de langosta que hayamos probado jamás; la ascensión al punto más alto de la isla para contemplar la extraña forma de ocho de una isla que en su punto más estrecho ofrece al viajero la visión del mar a ambos lados del camino.

Si tu objetivo es huir de turistas ruidosos, sentir que estás perdido en medio de la nada y sentarte en una playa vacía y silenciosa, Ítaca es tu isla.