Hoy en día muy pocos dudan sobre la importancia que tiene la realización de ejercicio físico regular para la salud. Sin embargo, lo que casi nadie aún sabe (médicos y profesionales de la salud incluidos), es que, en realidad, el ejercicio físico es el principal determinante de la salud cardiovascular y global.
Uno de los –inoportunos– logros que han acompañado al mundo occidental desde la segunda mitad del siglo XX hasta ahora, ha sido la “normalización” de la enfermedad. Muy pocos pueden acordarse, pero hasta 1940, el infarto cardiaco no existía. La diabetes, algo poco común. La obesidad, un lujo. Apenas 30 o 40 años después, tener la tensión alta, el “azúcar” elevado, algo de –o mucha– barriga es lo habitual. A todos nos duele la espalda, nos molestan las articulaciones. Morir de enfermedad de corazón se ha convertido en la primera causa en nuestro país. Lo extraordinario, y por eso nos llama la atención, es estar sano y hacer mucho deporte. Y las previsiones no son esperanzadoras. La OMS calcula que para el año 2030, contaremos con 366 millones de diabéticos y 1.500 millones de fumadores.
Como especie, dominamos el mundo. Lo modificamos y adaptamos para nosotros. Sin embargo, si estamos en la cúspide y somos la expresión más avanzada de la evolución, ¿por qué estamos tan enfermos? Simplificando al máximo, podríamos decir que la enfermedad nace del desequilibrio entre lo que nuestros genes necesitan y lo que les damos.
¿Y qué esperan nuestros genes de nosotros? Pues entre otras cosas, que consumamos alimentos naturales y que nos movamos. La razón es simple: durante toda nuestra existencia en este planeta y hasta hace muy poco tiempo, nuestro combustible ha sido lo que da la tierra, y nuestra mejor herramienta para conseguirlo, la actividad física. Y hay un actor principal en esto: el músculo.
Cada vez tenemos más evidencia al respecto. El músculo no es solo el encargado de mover nuestras articulaciones, también las refuerza, nos protege de dolores, golpes y caídas. Además, hoy sabemos que el músculo es un órgano endocrino indispensable para el equilibrio metabólico del organismo. Y si no lo usamos, se atrofia. ¿Cree que por estar delgado está sano?
Pues depende, porque tan malo es tener mucha grasa, como poco músculo. La buena noticia es esta: el ejercicio físico, en todas sus variantes, potencia la hipertrofia y la calidad muscular.
Dentro de las carencias que nuestro sistema sanitario y educativo presentan, probablemente la más flagrante sea el no reconocer y no dar al ejercicio físico y a la buena alimentación la relevancia que tiene. Esto tiene que cambiar. Por la salud de todos, la de usted, la de sus padres, la de sus hijos. ¿Quiere estar sano? ¿Quiere cumplir años con calidad? Consuma alimentos naturales, de los que da la tierra, esos que no tienen etiqueta ni envase. Y Muévase. Trote, corra, pasee, nade, monte en bicicleta, haga pesas. Haga algo, lo que sea, pero haga algo. Cuanto más, mejor. Nunca es tarde. Téngalo claro, no dejamos de movernos porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de movernos.