Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

El Franquismo pretendió reconstruir una España tradicionalista, unitaria, confesional y autoritaria, sin lugar para la disidencia. Su ideología se alineaba con la de las derechas autoritarias europeas de entreguerras y sus rasgos principales fueron: rechazo de la democracia, represión de la oposición, centralismo y catoli­cismo conservador.

Ya durante la Guerra Civil se diseñó el nuevo régimen, en el que Franco asumió la jefatura del Estado, del Gobierno, del Partido Único y de las Fuerzas Armadas. Se desmantela la obra de la Segunda República, se prohiben los partidos políticos y sindicatos, creándose en su lugar el Partido Único (Falange Española Tradicionalista de las JONS) y un único sindicato (Central Nacional Sindicalista) y se controló a los medios de comunicación. Pero la principal característica del franquismo fue su adaptación constante a las circunstancias.

  1. La etapa azul. El régimen totalitario (1939-1945).

Política exterior. A pesar de reunirse Franco con Hitler en Hendaya (octubre, 1940), España no intervino en la Segunda Guerra Mundial, aunque suministró materias primas y cooperó en la invasión de la URSS con la División Azul.

Política interior. Serrano Suñer diseñó un Estado de corte fascista. Hubo ministros de las distintas «familias» del régimen, predominando falangistas y militares. La Falange ejerció cierto control social y aportó la parafernalia necesaria para la exaltación del régimen. En 1942, se promulgó la Ley de Cortes, que creaba una Asamblea Consultiva formada por procuradores que representaban, teóricamente, a sindicatos, familias y municipios.

  1. El nacional-catolicismo (1945-1956).

El triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial provocará una serie de cambios:

Política exterior. Comenzó para la España franquista una etapa de ostra­cismo internacional. El régimen fue condenado por la ONU y todos los embajadores abandonaron el país (excepto los de Portugal, Argentina y el Vaticano).

Política interior. Se intenta mejorar la imagen de cara al exterior con el alejamiento de Falange y el aumento del poder de la Iglesia. Para crear una estructura institucional se aprobaron leyes como el Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Referéndum Nacional (1945) y la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947).

A principios de los años 50, la coyuntura internacional favoreció al régimen franquista al trasladarse el polo de atención hacia los países comunistas del Este de Europa con la “guerra fría”; la ONU levantó el veto contra España (1950) y en 1953 se produce el reconocimiento internacional del Estado franquista al firmar el Concordato con el Vaticano y el Pacto de Madrid con Estados Unidos. En 1955, España ingresa en la ONU y sus organismos.

A finales de los 50, miembros del Opus Dei, conocidos como tecnócratas, ocuparon algunos ministerios. Este equipo diseñó una nueva política económica e institucional, aunque no se abandonó la esencia del franquismo, resumida en la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958), que definía al ré­gimen como una «monarquía tradicional, católica, social y representativa».

  1. La tecnocracia (1957-1969)

El régimen adquirió una apariencia más moderna para garantizar su continuidad y el peso «tecnocrático» en el gobierno fue cada vez mayor. Se producen tímidos intentos de apertura con la Ley de Prensa (1966), promovida por Manuel Fraga, la de Libertad Religiosa (1967) y la de Educación (1970), pero estos intentos reformistas incrementaron las tensiones entre “aperturistas” e “inmovilistas” (el denominado “bunker”). Para reducir estos conflictos, Franco nombró vicepresidente del gobierno a Carrero Blanco (1967), hombre clave para mantener la paz entre las familias políticas. Se promulgó una nueva Ley Orgánica del Estado (1967), que diseñaba la España posterior a Franco En julio de 1969 Franco designó a don Juan Carlos sucesor al trono de la nación, tras jurar lealtad a los Principios del Movimiento y a las Leyes Fundamentales.

Desde 1957 la política exterior franquista priorizó el acercamiento a la CEE, el estrechamiento de relaciones con EE.UU. y la recuperación de Gibraltar. España alcanzó en este período la mayor aceptación internacional para el régimen. Prosiguió el proceso de descolonización de las posesiones espa­ñolas en África con la independencia de Guinea Ecuatorial (1968) y la cesión de Ifni a Marruecos (1969).

  1. Declive y agonía del régimen (1969-1975).

En 1969, Carrero Blanco diseñó un programa para relanzar la economía y la apertura al exterior, pero el malestar laboral fue creciendo y ETA se mostró especialmente activa. La respuesta del gobierno fue endurecer la Ley del Orden Público. En 1973 Carrero Blanco asume la Presidencia del Gobierno, pero el 20 de diciembre es asesinado por ETA. Franco nombró presidente del Gobierno a Arias Navarro, representante de la línea «dura» del franquismo, que defraudó cualquier esperanza aperturista, a pesar de prometer reformas en el famoso “espíritu del 12 de febrero”. Los tecnócratas fueron apartados del poder. El nuevo Gobierno decepcionó tanto a los franquistas más conservadores como a los deseosos de reformas.

El régimen se desintegraba, la oposición democrática actuaba más abiertamente, la crisis económica provocaba un generalizado malestar social y el terrorismo alcanzó mayor virulencia, lo que incrementó la represión política con ejecuciones como la del anarquista Puig Antich (1974), y las de 3 miembros del FRAP y 2 de ETA (septiembre 1975). A comienzos de noviembre de 1975, con Franco agonizante, Marruecos promueve la Marcha Verde sobre el Sahara Español, que acabará siendo abandonado precipitadamente.

Finalmente, el 20 de noviembre de 1975, fallecía Franco. Dos días después, don Juan Carlos era nombrado rey de España y comenzaba la difícil marcha hacia la democracia.

Imagen superior: Francisco Franco. Wikipedia