Realizar el diagnóstico, o, lo que es igual, buscar para encontrar la solución
En el mundo en el que vivimos, parece que cualquier cosa es posible. El coronavirus, y sus consecuencias, nos invita a reflexionar sobre lo que es posible y lo que no. A mí, después de 42 años de vida dedicada a embellecer el cabello, me ha dado por reflexionar sobre cómo poder ayudar a aquellas personas que utilizan el cabello para sentirse mejor, más guap@s, y buscan la forma o fórmula para conseguirlo, pero no acaban de encontrar la horma de su “pelo perfecto”.
He llegado a la conclusión de que la clave está en saber realmente ¡quién es tu pelo! Y así poder pedirle lo que realmente puede darte. Es bastante común creer que puede hacerse cualquier color, peinado o corte en todo tipo de cabellos. Yo afirmo, categóricamente, que, poder se puede, lo que no es posible, es que el resultado estético sea el mismo, ni las consecuencias y mantenimiento sean siempre el deseado. Para saber por qué ocurre esto, permíteme ponerte un ejemplo, que, además de ser un ejercicio fácil de realizar, resulta muy gráfico para ver cómo se comporta un cabello según si es grueso, medio o fino.
Cogemos una cartulina, un folio y un pliego de papel de seda, le vamos a hacer a los tres, pliegues de tres centímetros en toda su extensión. Después los cogemos de un extremo, dejándolos en caída libre, y podremos observar como la cartulina conserva los pliegues muy marcados y estos no se extienden y relajan demasiado; el papel del folio cederá algo más que el anterior, abriéndose más el diámetro de los pliegues, y, por último, puedes observar cómo el papel de seda se extiende por completo, apenas es perceptible el pliegue, sólo quedará la marcas de haberlos hecho.
Trasladado al cabello, cuándo este tiene más grosor, retiene mejor la forma que se le da, como la cartulina. En cambio, cuanto más fino es, contiene menos materia y sujeta menos cualquier forma que le demos; es por ello que no conseguimos el mismo resultado estético en los diferentes tipos.
Pero se puede dar que un cabello grueso o medio, pierda su dureza por las agresiones de trabajos técnicos que alteren su estructura interna, por oxidaciones excesivas por exposición al cloro, al sol excesivo, incluso al aire o al frío intenso. En estas circunstancias, las moléculas que componen el cabello se desintegran y va perdiendo compuestos, como aminoácidos, minerales esenciales, proteínas, etc. Esa pérdida de materia lo vuelve blando y se comporta igual que el papel seda, perdiendo la capacidad de mantener la forma que le demos.
No olvidemos que el cabello es una materia viva que forma parte del cuerpo con su misma composición celular. Por lo que no solo lo alteran agentes externos. Las hormonas, las enfermedades, determinados medicamentos, y hasta las emociones, pueden alterar la salud del cabello, contribuyendo a que su textura, su grosor y su aspecto cambien, y, por tanto, su comportamiento frente a mantener la estética deseada, por ejemplo un rizo bonito.
Por eso, un peinado saludable, brillante y con movimiento dependerá de su estado físico y de su naturaleza, de ahí que, para darle un correcto enfoque estético, hay que hacer un buen diagnóstico. Porque conocer tu cabello te ayudará a saber tratarlo mejor y sacarle mejor partido a su belleza.
En el próximo artículo os hablaré de las texturas, liso, rugoso o rizado y su comportamiento estético. ¡Que disfrutéis del verano!