Vivimos en un mundo complejo, lleno de contradicciones. Cada vez estamos más y mejor conectados por todo el planeta, a través de aplicaciones y redes sociales, sin embargo casi nunca tenemos un momento para tomar un café y charlar con un amigo que vive en nuestra misma ciudad. Cada vez estamos más –aunque no mejor- informados; recibimos las noticias en tiempo real, pero la mayoría ni siquiera dedica unos minutos a leer más allá de los titulares.
La información es un derecho de todos los ciudadanos, pero también es una obligación en el sentido de que es necesario informarse para poder participar de forma responsable en la vida en comunidad. Informarse no es leer un titular o ver una noticia de veinte segundos; sino que implica el esfuerzo, tanto del periodista como del lector, de dedicar un tiempo a reflexionar sobre lo que se ve, se lee o se oye, a comprender por qué las cosas ocurren y cuáles serán sus consecuencias.
En este periodismo 3.0, dominado por grandes empresas para las que siempre es más importante ganar dinero que la calidad de la información que ofrecen, lo esencial es ser el primero en dar la noticia, sin tener en cuenta que ese trabajo de interpretación y análisis es lo que marca la diferencia. A pesar de que las exigencias de esta sociedad de la información son cada vez mayores, según datos de la FAPE, desde el año 2008 han desaparecido en España más de cien medios de comunicación.
Con este panorama un tanto desolador, es cuando menos sorprendente el nacimiento de una revista como Ayer&hoy y, desde luego, todo un motivo de alegría. Se trata de una publicación pequeña, pero independiente, lo que asegura que en ella se oirán todas las voces. Una publicación en papel –algo casi extraordinario en estos tiempos- y por lo tanto tangible, con credibilidad y en la que podemos “poner cara” a quienes la hacen posible. En resumen, una revista cercana al lector, con información de nuestra tierra y de nuestra gente.
En la actualidad estamos inmersos en una conexión permanente que nos obliga a vivir siempre un paso por delante, olvidando que detrás de la información que recibimos, en cada noticia que oímos o vemos, se esconde un relato sobre las personas. Detrás de cada historia hay otras mil historias sobre éxitos y fracasos, amores y desengaños, humanidad y crueldad, que a veces se quedan sin contar y otras veces simplemente no tenemos tiempo o ganas de leerlas. Olvidando, en definitiva, que las noticias ocurren a nuestro alrededor, a gente como cada uno de nosotros.
No crean que este artículo es un alegato en contra de las nuevas tecnologías. Internet es una maravillosa herramienta que no entiende de fronteras y que nos abre mil ventanas a la información, a la cultura, al intercambio de experiencias. Pero a la vez nos aísla del entorno más próximo, puesto que nos obliga a utilizar un ordenador, tablet o teléfono móvil de forma individual. ¿Quién no ha visto, en los últimos años, una reunión social en la que en algún momento todo el mundo estaba mirando su móvil?
Realmente no es incompatible, hay tiempo para todo: pequeños placeres como leer algo que nos guste, escuchar una buena canción, navegar en las redes sociales. En este mundo que parece girar cada vez más rápido, la clave está en encontrar el equilibrio para poder estar conectados pero no perdernos el paisaje que nos rodea, la gente que camina a nuestro lado.
Ayer&hoy, cuyo primer número de la edición de Toledo tiene el lector en sus manos, es una revista que “reconcilia” el mayor deber de nuestra profesión, el de informar con calidad, con la posibilidad de ver ese paisaje a todos los niveles: costumbres, tradiciones e historias, pero también actualidad socioeconómica o eventos culturales; en resumen, pasado y presente. Ayer y hoy.