Sus brillantes treinta años en Toledo

Corría 1980 cuando el avezado don Justino Pérez Sánchez decidió buscar una alternativa ante la crisis que atenazaba a su sector, el inmobiliario. Y se propuso construir en Talavera un hotel nunca visto hasta entonces en la Ciudad de la Cerámica, con 161 habitaciones y grandes salones para banquetes, que se inauguraban en las ferias de San Isidro de 1983. Así comenzaba la trayectoria de la cadena Beatriz, cuyo hotel en Toledo celebra este año su trigésimo aniversario con Justino Pérez Rodríguez, el hijo del patriarca, a la cabeza.

Los padres de Justino Pérez Rodríguez, Justino y Lola.

La empresa siempre tuvo un carácter familiar. De hecho, los cuatro hijos de don Justino se incorporaron a un negocio que lleva el nombre de una de las nietas del fundador, Beatriz. Pérez Rodríguez destaca que su padre emprendió una arriesgada aventura al pasar de la construcción a la hostelería. “Él siempre decía que no había puesto un chato en su vida. Pero era trabajador y sabía que Talavera estaba necesitada de ello. Entonces había una actividad comercial muy importante, pero el volumen del hotel necesitaba de algo más, el turismo. Fuimos precursores en este sentido. Trabajó muy duro para traer grupos de Cataluña a Talavera, que solo era conocida por su cerámica. Él se llevaba sus postales con su ermita del Prado y sus frontales de cerámica, porque entonces no había otros métodos de promoción. Los grupos se quedaban tres o cuatro noches en el hotel y visitaban la comarca de Gredos y toda la zona. Pepita Alía, la bordadora de Lagartera, está muy agradecida por el hecho de que le llevamos infinidad de grupos a su taller. Este tipo de turismo, de grupos de mayores se sigue demandando y es muy importante en el hotel de Talavera”.

Y llegó la idea de construir un hotel en Toledo. “Fue otra obra de inspiración”, recuerda Pérez Rodríguez. “Mi padre venía a Toledo a menudo porque aquí se tenían que realizar todos los trámites burocráticos. Fue un tema muy rápido. Mi padre se lo pensaba una vez por la mañana y otra por la noche. Un día llegó a Talavera y me dijo “niño, nos vamos a ir a hacer un hotel en Toledo. Dicho y hecho. Creo que desde que le surgió la idea hasta que puso en marcha no pasaron más de ocho meses. Los terrenos se tuvieron que habilitar para levantar un hotel de la magnitud que él quería”. En Semana Santa de 1986 comenzó a levantarse el que sigue siendo el hotel más grande de Toledo e, incluso, de Castilla-La Mancha.

La inauguración del complejo turístico que supuso un hito en la hostelería toledana, se llevó a cabo por fases: primero fue la discoteca Gris, en el otoño de aquel 1986, para continuar, en mayo del 87, con los salones Beatriz y, en marzo del 88, el hotel.

“En aquella época era como un hotel de Madrid puesto en Toledo”, indica Justino Pérez.

No en vano, el Beatriz de Toledo dispone de 295 habitaciones, 23 salones de actos para reuniones y otros eventos, con una capacidad de hasta 2.000 personas, dos restaurantes, una cafetería y un lobby-bar, que se completó en 2008 con un auditorio y un spa, dentro de una política emprendedora de los responsables de la cadena. “Según ha ido creciendo el mercado y conforme la coyuntura económica lo ha propiciado, se han ido haciendo más inversiones. Tampoco hemos ido a la carrera”, puntualiza Pérez Rodríguez.

Justino Pérez Rodríguez, responsable del Hotel Beatriz de Toledo, así como de otros tres establecimientos en Lanzarote, dos, y en Albacete.

Buena prueba de esa expansión de la cadena toledana son sus dos establecimientos en Lanzarote. “En el año 1996 surgió la oportunidad. Mi padre y mi hermano se fueron a ver el hotel del que nos habló un allegado en Canarias y se vinieron con el hotel comprado. Cuando llegó a Lanzarote allí pensaban que mi padre era multimillonario y le ofrecieron otro hotel en poco tiempo y se lanzó a por ello. Dio un paso adelante y dijo “si podemos con este, yo creo que podemos con el otro”. Eran años relativamente tranquilos a nivel económico”.

Lo cierto es que esos dos establecimientos de Lanzarote, el Beatriz Playa, con más de 400 habitaciones, y el Beatriz Costa, “espectacular, con 346 habitaciones, spa, jardines naturales, un lago y las piscinas más grandes de todas las islas”, se mantienen como dos iconos del turismo en Canarias. Por otro lado, Justino Rodríguez Pérez también regenta el hotel Beatriz de Albacete, que abrió en 2009.

Pero este 2018 es el establecimiento de Toledo el que está de celebración, con una brillante trayectoria de 30 años. Las empresas constituyen el principal mercado del Beatriz en la capital. Y el mimo este sector se ha traducido en ese auditorio inaugurado en 2006, con una capacidad de 600 plazas, adelantándose a una iniciativa de la que ya se hablaba desde el Ayuntamiento, la construcción de un palacio de congresos.

“Aprovechando la obra del auditorio, se hizo un módulo nuevo en el que integramos el spa. Fue una obra importante, que le dio un revulsivo al hotel. A la vez, se hizo una remodelación completa de los salones”.

El hotel Beatriz ha sido durante estos treinta años referente y testigo de la vida social, cultural y política, más allá del ámbito de la ciudad. Escenario de triunfos y derrotas electorales o de eventos solidarios que han traído a reyes y, sobre todo, a reinas a sus dependencias. Actos políticos de primer nivel y de relevancia nacional y mundial han propiciado la bienvenida a presidentes de gobierno, ministros españoles y extranjeros, siempre bajo la atenta y discreta mirada de Justino Pérez Rodríguez, que siempre ha huido del protagonismo. “Para nada hemos estado de figurantes de ningún tipo. Nosotros nos hemos dedicado a cumplir nuestro cometido, que ellos estén lo mejor posible durante su estancia en el hotel”.

Felipez González es uno de los muchos mandatarios que ha pasado por el toledano hotel Beatriz.

Este 2018, Pérez Rodríguez ve con optimismo la situación del turismo en Toledo. “Hemos empezado francamente bien. Y en lo que queda de año, las previsiones son buenas. Es complejo, porque nosotros nos dedicamos al mercado de empresa y es un sector muy sensible a la coyuntura económica. Pero se nota que tienen ganas de hacer cosas. Es una sensación ya de que se ha acabado la tensión de la crisis”.

Actualmente, el hotel Beatriz de Toledo cuenta con una plantilla fija de 125 trabajadores. A este número hay que sumar más de cien 50 personas que son contratados en función de la temporada, los llamados “extras”. Todos ellos son los encargados de que su jefe se sienta orgulloso de dirigir un hotel “en el que el cliente se siente totalmente atendido, con una atención muy personalizada, en la que se cuida cada detalle. Es nuestra lucha diaria”.

El fundador de la cadena Beatriz fallecía en 2005, dejando una lección de vida a sus herederos, que recuerda su hijo Justino. “Me ha quedado el espíritu de sacrificio, de lucha que él tenía. Y, sobre todo, su manera de plasmar el cariño a la gente. Él era una persona muy querida, dentro de la propia casa y fuera, lo que no es fácil de conseguir, y yo intento seguir esa estela. Yo hablo de tener “paz social”. Yo quiero que mi gente trabaje contenta, a gusto. Creo que mi padre lo consiguió. Esa línea de cariño hace que todos estemos a una”.

Texto: Ana Nodal de Arce

Fotos: Hotel Beatriz Toledo