El año 1440 es el considerado como el de la invención de la imprenta por parte del alemán Gutemberg. Desde ese momento el reto que se planteó fue imprimir en varios colores. Pero hubo que esperar. En el siglo XVII, Isaac Newton había descubierto que todos los colores son el resultado de la combinación de tres: verde, rojo y azul – los colores primarios. Pero esta idea no se puede aplicar directamente en la imprenta. Sin embargo un siglo después el pintor alemán Jacob Christoph Le Blon empezó a jugar con la vieja idea de Newton. Fue el primero en producir imágenes impresas coloreadas, sobreponiendo estratos sucesivos de colores (usó amarillo, rojo y azul). Esta técnica evolucionaría hacia el famoso sistema de los cuatro colores, usado aún hoy, con magenta, cian, amarillo y negro para añadir énfasis.

Puede parecer algo sencillo pero entonces planteaba al menos dos grandes retos. En primer lugar, la separación del color: la imagen debe ser dividida en los distintos estratos lo que se hacía a ojo hasta finales del siglo XIX. En segundo lugar, el registro: los distintos colores deben ser colocados en el papel en el lugar correcto, una tarea muy complicada en un tiempo en el cual se usaba papel mojado en la impresión, que se expandía por la humedad.